martes, 15 de febrero de 2005

Una alegoría

Hago mías las palabras de Santiago García Navarro, ex crítico de arte del diario La Nación, quien caracterizando los espacios alternativos de arte en Buenos Aires ha dicho: "Belleza y Felicidad, más que un espacio es un estilo, lo cual es mucho decir. Tal vez sea el lugar más fácilmente identificable con un espíritu (¿con una estética?) y el menos predecible en términos de gestión. Fernanda y Cecilia muy pocas veces saben exactamente qué es lo que se va a exponer o cómo será lo que está programado que pase en la galería, pero tiene el olfato suficiente para detectar lo que quieren. Estado de apertura, clima festivo, audacia en la selección de proyectos artísticos, todo esto hizo de B&F un punto de encuentro, de reposo, de amparo".
Eso es, efectivamente, Belleza y Felicidad. Fernanda Laguna se ha dado la difícil tarea de contarnos una alegoría protagonizada por Belleza y por Felicidad y han tenido la generosidad de incluirnos en ese relato. Efectivamente, en lo que se refiere a las artes plásticas, pero también en lo que se refiere a la literatura y a la música, B&F es un lugar que no tiene puntos de comparación (y tal vez, muy pocos antecedentes). No se trata de la adaptación local de una experiencia que en otro lugar del mundo haya dado frutos prodigiosos (lo que siempre resulta un poco triste) sino de una convocatoria específicamente argentina: B&F hace del barrio, de la veredita, del chisme y de los rumores de la periferia porteña parte de su encanto.
No es sólo por ese encanto que nosotros acudimos a Belleza y Felicidad cada vez que podemos. Es porque sabemos que allí se cocina gran parte de nuestro presente y de nuestro futuro artístico. Vamos a B&F porque entendemos que, además del reposo, el amparo y el sosiego, también encontraremos allí líneas de fuga, puntos de ruptura, una salida para el arte. Y hay que recordar aquí que lo que importa en el arte no es la libertad sino una salida. El arte verdaderamente experimental es una salida cuyos resultados se desconocen.
Sería, por lo tanto, difícil describir Belleza y Felicidad según un programa o un proyecto. No hay programa ni proyecto precisamente porque lo que se quiere es lo imprevisible, aquello que nos sacará de nuestras casillas (de nuestros cómodos compartimientos, de nuestros estantes). B&F es una experiencia radical, sí, pero una experiencia que abomina del programa (¿acaso puede programarse la felicidad, acaso puede someterse la belleza a protocolos?).
La única exigencia que podemos hacerle a B&F es que cumplan con la promesa que han hecho (justo es decir que hasta ahora lo han hecho): en su casa (que es también la nuestra) siempre habrá belleza y siempre habrá felicidad. Y el rumor de ese cuento protagonizado por dos hermanitas de pronto se multiplica en un coro en el que intervienen también Esperanza y Bondad (María Moreno quería instalar enfrente mismo un chiringuito que llevara por nombre Orgullo y Prejuicio). Estado de apertura, estado de gracia, línea de fuga, fiesta. ¿Acaso puede existir un clima más favorable al arte? ¿Acaso se puede pensar en un contexto diferente para el arte de verdad, para la verdad del arte?


Buenos Aires, junio de 2000

Daniel Link ha publicado (en Belleza y Felicidad)
La clausura de febrero y otros poemas malos
y
Carta al padre y otros escritos íntimos.

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